Durante dos años, Luis Enrique Nieva viajó todos los días desde Palo Labrado, Paclín, hasta la Capital para estudiar. Recientemente, se recibió de ingeniero agrónomo.
El comienzo no fue fácil pero se mantuvo firme en sus objetivos y hoy celebra el triunfo. Luis Enrique Nieva es un joven de 25 años, hijo de catamarqueños que emigraron a Buenos Aires por cuestiones de trabajo. Allí nació pero al cabo de un tiempo, su familia retornó al terruño y se asentó en Palo Labrado, Paclín.
Si bien, en un primer momento su idea era estudiar Ingeniería Civil, finalmente ingresó a la carrera de Ingeniería Agrónoma, en 2014. “El inicio de la cursada no fue sencillo porque no tenía la posibilidad de pagar un alquiler. Todos los días, viajaba desde Palo Labrado a la Capital. Su día comenzaba a las 6 y volvía a las 21”, recordó.
Al mismo tiempo, destacó que por entonces, la Universidad era muy demandante. En los primeros años estudió conceptos con los que no estaba muy familiarizado, aunque había estudiado siempre en escuelas técnicas. “Entré a Agronomía. Al principio, la desconocía pero después le agarré el gusto y la encontré muy interesante”, contó.
Durante esos dos primeros años, Luis viajaba en transporte público, desde Palo Labrado hasta la Capital. Luego, surgió la posibilidad de alquilar, con un amigo. Valoró a este amigo, a quien describió como una buena persona, que lo ayudó mucho en el desarrollo de su carrera. “Por cuestiones económicas y personales, no se pudo seguir con el pago del alquiler”, indicó. Ante esta situación, tenía que volver a Palo Labrado y a los viajes diarios, con todo lo que ello implicaba.
En 2018, se abrió una puerta para que pueda continuar, en la recta final hacia el título, en la Residencia Universitaria Provincial “Abuelas de Plaza de Mayo”. “Por suerte, surgió esta posibilidad. Fue una herramienta primordial. En Agronomía, a medida que avanza la cursada, hay que hacer muchas salidas a campos. Necesitaba sí o sí estar en la Capital porque se programaban salidas a las 4 de la mañana para viajar a Fiambalá, por ejemplo. Entonces pude ingresar a la Residencia. Desde la cercanía entre la Residencia y la Universidad, me fue muy sencillo y muy práctico. Podía estar a tiempo; cuando iba en colectivo llegaba una o dos horas antes. Desde la Residencia, podía salir 15 minutos antes para llegar a tiempo. En eficiencia de tiempo, me resultó mucho más cómodo”, expresó.
Proyectos
Con los conocimientos adquiridos y el título bajo el brazo, el flamante ingeniero piensa en todo lo que puede hacer. “Lo lógico es ponerlo a disposición de la sociedad para producir crecimiento. Me gustaría continuar con algún otro estudio, una carrera de postgrado para ver hasta dónde puedo llegar. Agronomía tiene un abanico de posibilidades en qué enfocarse”, aseguró.
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