En Casa Rosada consideran que a partir de junio llegarán entre 8 y 9 millones de dosis por mes. El desafío pasará por ajustar la logística para poder acelerar el ritmo de aplicación, que hoy está un poco por encima de las 4 millones mensuales. Uno por uno, los detalles de las negociaciones con los laboratorios
El Gobierno empieza a dejar a atrás uno de los mayores problemas que tuvo durante el inicio del año en la lucha contra el COVID-19: la falta de vacunas. En la última semana llegaron a la Argentina 2.785.200 dosis, una cantidad impensada un mes atrás. Durante junio el operativo de vacunación tomará el mayor volumen desde que comenzó, en la navidad del 2020.
En la Casa Rosada consideran que a partir de este fin de semana inician una nueva etapa, en la que lograrán tener entre 8 y 9 millones de dosis por mes. Con esa cantidad de dosis, la dificultad que deberá enfrentar el oficialismo ya no será la disponibilidad de vacunas, sino la capacidad logística que tengan todas las provincias para poder aplicar esa cantidad de dosis en un mes.
Antes de que comience la pandemia, en Argentina se vacunaban alrededor de 3 millones de personas por mes. En abril de este año, se vacunaron 4.393.725 millones contra el coronavirus. Como primer paso, en el Ministerio de Salud que conduce Carla Vizzotti estiman que podrían escalar a un total de 6 millones de aplicaciones mensuales. Sería un ritmo aceptable.
Sin embargo, podrían dar un paso más reorganizando el sistema de vacunación, multiplicando los centros para vacunar y aumentando la cantidad de personas para llevar a cabo la organización y la inoculación. Para el Gobierno el mes de junio estará atravesado por el desafío logístico que implica forzar todo el sistema de vacunación para aplicar las dosis disponibles.
Un funcionario nacional que sigue de cerca el proceso le aseguró a Infobae que es posible “ampliar la cantidad de vacunatorios y los horarios para poder alcanzar un ritmo de aplicación de entre 7 y 8 millones de dosis mensuales”. En la coordinación final de ese plan de acción están involucrados los gobiernos provinciales. Es un rompecabezas.
En la primera semana de mayo en Argentina se llegaron a vacunar a 236.764 personas en un solo día. Seis millones de dosis dividido en 28 días da un total de 214.000 dosis por día. En base a esos números en el Ministerio de Salud consideran que, exigiendo el sistema en todo el país, van a poder llegar a poner cerca de 300.000 dosis diarias, lo que implica más de 8.000.000 por mes.
Las dificultades aparecen en la distribución de las dosis. Desde que desembarcan en Ezeiza hasta que son distribuidas a las provincias pasan 48 horas. Luego son al menos dos días más para que los gobiernos provinciales las repartan en las diferentes localidades. Ese tiempo genera un delay en la frecuencia de vacunación.
Lo que el Gobierno debe lograr a partir de ahora es aceitar el envío de dosis para que la distribución nunca se corte. De esa forma cada ciudad o pueblo del interior puede tener en forma permanente un stock para ir vacunando. Cuando se efectivice esa cadena, el tiempo se vacunación se va a reducir y la cantidad de dosis aplicadas van a crecer.
El gobierno nacional ya hizo cuentas para saber en cuánto tiempo podrían vacunar a toda la población mayor de 18 años, debido a que las vacunas no están aprobadas para menores de esa edad. Consideran que antes de fin de año, incluso antes de llegar a diciembre, cerca de 24 millones de personas tendrían puesta una sola dosis en el país.
Con la cantidad de dosis que llegarán a la Argentina mensualmente, el Gobierno espera vacunar con una sola dosis, antes del 21 de junio, día en que empieza el invierno, a las 14.492.299 que forman parte de los grupos de riesgos. De ahí en adelante quedarían por vacunar a los 10 millones de personas restantes.
El plan de acción es ir completando la segunda dosis de los grupos de riesgo durante los meses del invierno y avanzar, en paralelo, con las primeras inoculaciones en el resto de la población. Aún no está definido si después de la población objetivo, como denominaron a los grupos más expuestos ante el virus, se vacunará a todos los trabajadores esenciales. Es decir, a las categorías que estuvieron habilitadas a trabajar desde que comenzó la pandemia.
Según indicaron fuentes de la cartera de Salud a este medio, la intención es que esa decisión la tome el Consejo Federal de Salud, el órgano que aglutina a todos los ministros de Salud del país, y que la medida sea parte de un consenso sanitario que exceda cualquier discusión política.
En la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof anunciará este sábado que el objetivo inmediato es empezar a vacunar a 115.000 personas por día. Se hará en la misma cantidad de centros que están dispuestos al día de hoy y que, debido a la cantidad de dosis disponibles, están trabajando al 70% de su capacidad. “A partir de ahora estarán al 100%”, indicaron desde la cartera sanitaria bonaerense.
En promedio, el gobierno de Kicillof estaba vacunando 60.000 personas por día. La cantidad de dosis que llegaron y que el gobierno proyecta que lleguen con regularidad a partir de ahora lo obligó a trazar un nuevo objetivo: duplicar la cantidad de inoculaciones diarias. “En 10 días podemos vacunar a 1 millón de personas”, aseguraron en La Plata, donde en la semana que arranca ya asignaron casi el doble de turnos que la anterior.
En la ciudad de Buenos Aires el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta ha llegado a vacunar a 20.000 personas en un día. Estiman que, con dosis disponibles para mantener un ritmo de vacunación parejo, van a poder romper esa barrera y llegar a 30.000 por día. Todos los gobiernos deberán ajustar la logística para vacunar al mayor ritmo posible. Más vacunas hoy son menos internados en terapia mañana.
La provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son dos de los distritos más poblados de país. Si avanzan con la vacunación al ritmo que proyectan, la inmunización nacional estará más cerca de concretarse.
Según el Monitor Público de Vacunación la gestión porteña ya vacunó a 821.996 con una sola dosis. En la Capital Federal viven cerca de 3.000.000 de personas. Con una vacunación veloz durante el invierno podrían alcanzar la inmunidad de rebaño en el corto plazo.
Las negociaciones del Gobierno con los laboratorios
Todo el plan de acción que el Gobierno tiene estipulado depende de la cantidad de vacunas que lleguen al país y el momento en que lo hagan. El cronograma y el cumplimiento de los laboratorios son la clave del éxito.
A diferencia de los primeros meses del año, en la actualidad Alberto Fernández tiene mayores precisiones sobre la cantidad de dosis que cada laboratorio le enviará en los próximos meses y cuáles son las negociaciones que están abiertas, avanzadas en algunos casos, pero que no darán frutos en el corto plazo.
Las vacunas Sputnik V empezarán a llegar al país, a partir de junio, con una regularidad que no tuvieron en el primer cuatrimestre. El Gobierno asegura que tendrán cada mes entre 800.000 y 1.000.000 de dosis. De ese total, un porcentaje menor será de segundas dosis. La vacuna rusa es la única que en su segunda dosis tiene un componente diferente al de la primera.
En Balcarce 50 repiten, en público y en privado, que todos tendrán segundas dosis. Es decir, que se completará el ciclo de vacunación con la demora de tres meses que fue acordada entre los ministros de salud de todo el país.
Argentina tiene firmado un contrato con Rusia por 30.000.000 de dosis, hasta el momento llegaron al país 8.115.745. De ese total, 6.975.585 son del componente 1 y 1.140.160 del componente 2.
Del Fondo Covax, Argentina recibió 1.286.400 de las 9.000.000 que le deben llegar. El Gobierno no tiene fecha concreta del arribo de esas vacunas. No puede contar ese detalle porque la gestión no depende de ellos, sino de cuando el fondo libere las dosis. Hasta el momento las que vinieron son de AstraZeneca, pero también pueden llegar de otros laboratorios.
La vacuna de AstraZeneca, desarrollada por la Universidad de Oxford, y que es producida en conjunto por Argentina y México, llegó al país el último lunes. Después de dos meses de demora, arribaron 843.600 dosis de las 22.431.000 del contrato que Fernández firmó con el laboratorio. En la Casa Rosada aseguran que a partir de junio podrán contar con 4 millones de dosis por mes de esa vacuna.
Una de los últimos acuerdos que hizo el Gobierno fue con el gobierno de China para comprar 6.000.000 de dosis más de la vacuna Sinopharm. Argentina compró cuatro millones de dosis en los primeros meses del año. Ese total llegó entre el 25 de febrero y el 29 de abril.
Con el primer embarque se empezó a vacunar a los docentes, ya que no estaban habilitadas para mayores de 60 años. Una vez que la ANMAT las autorizó empezaron a colocarse a las personas que integran los grupos de riesgo. Los 6 millones del nuevo contrato llegarán entre junio y julio.
Una de las principales apuestas para el mes próximo es la producción del laboratorio argentino Richmond, que empezó a fabricar la vacuna Sputnik V en el país. La empresa que preside Marcelo Filgueiras está esperando que el Instituto Gamaleya de Rusia le envíe el principio activo para poder completar el envasado y liberar las dosis.
El laboratorio estima tener 1.000.000 de dosis por mes desde junio hasta diciembre, aunque podría superar ese techo de acuerdo a la escala de producción que logre y los tiempos de cumplimiento de Rusia en el envío del componente central de la vacuna. En Balcarce 50 hay cautela pero creen que van a contar con esas dosis a partir de junio.
Durante la última semana, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, confirmó el acuerdo con el laboratorio chino CanSino. Se avanzó en la redacción del contrato que, según estiman en el Gobierno, será firmado el próximo mes. “No tenemos cerrado ni la cantidad de dosis que vamos a poder comprar ni el cronograma de entrega”, indicaron fuentes que siguen la negociación.
En paralelo a la llegada de vacunas de los laboratorios con los que están cerrado los acuerdos, hay negociaciones abiertas en cinco frentes diferentes. Avanzan las negociaciones con el laboratorio Moderna pero en el Gobierno advierten que no prosperará hasta que Estados Unidos levante la barrera para poder empezar a vender dosis a los países más afectados por el coronavirus.
Lo mismo sucede con la compañía Janssen, productora de la vacuna Johnson & Johnson. Pero, a diferencia de Moderna, en la Casa Rosada sostienen que “las negociaciones están muy avanzadas” y que en un corto plazo se cerrarán. Cuando el gobierno de Joe Biden abra el juego, las vacunas de Janssen llegarán al país.
También están abiertas las negociaciones con el laboratorio chino que produce la vacuna Sinovac, que adquirieron Chile y Uruguay, y que fue criticada por el gobierno argentino debido a su baja efectividad, cercana al 50%.
Al día de hoy, reconocen que “las puertas están abiertas” para la llegada de esa vacuna pero que el laboratorio ofreció un cronograma de entrega para después del invierno. No son dosis con las que puedan contar para darle volumen al operativo de vacunación.
Respecto a la compleja y frustrada negociación con Pfizer, en el Gobierno reconocen que el diálogo con las autoridades de la compañía está activo, pero no quieren dar detalles para evitar caer nuevamente en el pantano de las diferencias. “Hay buena voluntad de ambas partes, pero no hay definiciones por el momento”, aseguraron.
Por último, pero sin proyección de tener novedades para el próximo cuatrimestre, aparece Cuba y dos de las cuatro vacunas que están desarrollando: la Abdala y la Soberana 1. Carla Vizzotti y la asesora presidencial Cecilia Nicolini viajaron esta semana a la isla para tomar conocimiento de la escala y el tiempo de producción, y las posibilidades de contar con esas dosis este año. “Es un proyecto a mediano plazo”, sostienen en el Gobierno.
Un funcionario que forma parte del círculo chico del gobierno nacional resumió en una frase la sensación que tienen en Balcarce 50 sobre la mirada crítica que existe en el universo político y mediático sobre la gestión de las vacunas. “Ni éramos tan malos antes, ni somos tan buenos ahora”, resumió. Cuando cerró la puerta de su despacho esbozó una leve sonrisa y miró hacia la venta. Estaba atardeciendo.
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