
Watungasta, es un enorme sitio arqueológico muy poco conocido del departamento Tinogasta (Catamarca) pero con una historia relevante de más de 10 siglos de ocupación humana interrumpida, antes y después de Cristo. Según arqueólogos que exploraron distintos sitios prehispánicos, aseguran que Watungasta es uno de los 10 sitios con influencias Incas más sobresalientes del noroeste argentino, ya que en su momento habría contado con dos plazas, a imagen y semejanza del Cuzco.
No obstante, la construcción de sus edificios con cimientos de piedra y muro de enormes ladrillo de adobe, hacen de Watungasta un sitio arqueológico único en su tipo en Argentina. Además, Watungasta sirvió como punto estratégico en el desplazamiento de un lado a otro por la Cordillera de los Andes, vinculando y propiciando el intercambio entre regiones muy diferenciadas por la minería y otros recursos naturales. Desde ahí la gran importancia de Watungasta para los Inca, quiénes le otorgaron el rango de "Capital Provincial" del gran Imperio Inca.
Actualmente, se la ve reducida en escombros como consecuencia de su particular arquitectura de adobe, especialmente frágil a las inclemencias del tiempo, sumado a la mano impiadosa del hombre, que no colaboraron para la preservación de este pedazo de historia, que aún resiste el olvido.

Watungasta significa "Pueblo de los Grandes Hechiceros", está ubicado a 32 km. de Tinogasta, y 5 de Anillaco, en Catamarca, en la confluencia de la quebrada de la Troya con el valle de Abaucán.
El sitio también conocido como Batungasta, o Pueblo de La Toya, fue descrito por primera vez por Gunardo Lange (1889) y Samuel Lafone Quevedo (1890). Luego, la visita otro precursor, Adán Quiroga, en 1897. En el transcurso del siglo XX sus instalaciones fueron recorridas y descriptas por varios de los más importantes arqueólogos argentinos, entre ellos Alberto Rex González y Rodolfo Raffino, quienes realizaron sobre todo recolecciones de material de superficie y planos idealizados. De los estudios, aun con sus deficiencias, se desprende que Watungasta desempeñó un papel preponderante en las poblaciones nativas del Valle de Abaucan.
Se trata de un testimonio de más de diez siglos de ocupación humana ininterrumpida (500 d.C. a 1600 d.C.). Consisten en edificios con cimientos de piedra y muros de grandes ladrillos de adobe. Watungasta es el único sitio con influencia Inca, de estas características en el noroeste argentino. Debió servir de plataforma de desplazamiento de un lado a otro de la cordillera, vinculando regiones de rica minería y propiciando intercambios entre zonas bien diferenciadas en cuanto a la producción de recursos naturales.
Los Incas, convirtieron a Watungasta en un enclave administrativo con rango de capital provincial.

Según Raffino, Watungasta es uno de los 10 sitios sobresalientes en el NOA, entre las 138 instalaciones registradas de influencia inca. Una de sus características sobresalientes, por ejemplo, seria la de contar con dos plazas, a imagen y semejanza del Cuzco.
La etapa hispánica en el valle, significaría el fin del predominio de las culturas autóctonas y el comienzo de su paulatino empobrecimiento, despoblamiento y deterioro. Hacia 1680, las crónicas registran que la principal actividad de los naturales de la zona de Watungasta, era la de robar llamas.
Su particular arquitectura de adobe, especialmente frágil a las inclemencias del tiempo, y la mano impiadosa del hombre colaboraron para la casi total destrucción del sitio. Su reconocimiento como Monumento Histórico Nacional, en 1997, quizá detenga su total desaparición.
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