El pasado domingo 21 de septiembre, la localidad de Amanao, en Andalgalá, se vistió de fe y esperanza para celebrar sus tradicionales Fiestas Patronales en honor al Señor del Milagro. Como cada año, el corazón de Amanao latió con una fuerza especial, transformando esta fecha no solo en una tradición, sino en un verdadero encuentro de fe, súplica y esperanza para toda la comunidad y sus visitantes.
Los caminos hacia Amanao se llenaron de peregrinos, quienes, con sus promesas, cargas y sueños, llegaron desde diversos puntos, algunos de lejos y otros de muy cerca. Todos compartían el mismo anhelo: postrarse a los pies del Señor del Milagro para agradecer las bendiciones recibidas, pedir fuerzas para los desafíos venideros y renovar su fe inquebrantable.
La fe viva de la comunidad se manifestó en cada gesto: en la oración sencilla de un niño, en las lágrimas silenciosas de una madre, en la quietud reflexiva de un abuelo y en los cantos que se elevaron al cielo durante la emotiva procesión. El Señor del Milagro de Amanao se erige como un pilar espiritual, escuchando las súplicas de su gente, abrazando sus alegrías y penas, y convirtiéndose en la luz que guía sus pasos.
Este año el padre Martín Melo estuvo a cargo de las festividades.
La historia de esta profunda devoción se remonta al siglo XIX, cuando la imagen del Cristo fue encontrada en una planta de viscote, convirtiéndose desde ese momento en objeto de veneración por parte de los feligreses de la zona.
En 1940, se erigió la capilla en su honor, y desde entonces, las fiestas patronales se celebran anualmente en septiembre, consolidando la fe y fortaleciendo los lazos de hermandad en la comunidad de Amanao.
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