Dos maestras y una niña viajaron a lomo de mula 11 horas para llegar a una escuela en Fiambalá


El camino está dañado desde enero por una fuerte tormenta. Los docentes y pobladores deben hacer esta travesía para estar comunicados. El camino fue realizado en 2015.

Una docente de Fiambalá tuvo que cabalgar junto con su hija de 3 años durante 11 horas para llegar a su lugar de trabajo, la escuela N° 156, ubicada a más de 80 kilómetros del pueblo.

El inicio de clases volvió a poner al descubierto las travesías de quienes deben viajar para dar clases, pero en un transporte encarecido en la zona como es viajar a lomo de mula desde el pie del cerro en Fiambalá hasta el conocido pueblo de Río Grande.

Élida Morales da clases y es directora en la Escuela N° 156 de 4ta categoría, zona inhóspita, una de las escuelas más alejadas del distrito, ubicada a más de 80 kilómetros de Fiambalá, donde los últimos 38km son de un camino de montaña, que las lluvias y crecidas de enero lo destrozaron siendo la única alternativa a lomo de mula o caminando.

El viejo camino de mula tiene otro trazado y muy peligroso, según cuentan los viajeros. Para llegar al lugar, además del sacrificio físico, la docente tuvo que pagar $2.500 por alquilar una mula, más un burro a $1.000; un baqueano acompañó a la docente y su pequeña.

Se pudo conocer que la docente decidió llevar a su pequeña hija de 3 años por considerar que no podrá volver en poco tiempo. “Cruzamos las montañas en pleno invierno, lo que también es un riesgo; la nena lo tomó como una diversión; a ella le gusta cabalgar y disfrutó del viaje, a pesar del frío y el peligro que significa andar en animales en plena cornisa o descensos pronunciados con mucha piedra suelta; había que llegar a la escuela para el retorno a las clases presenciales”, contó la maestra.

Cuando el camino está en condiciones, los maestros de las escuelas de esa zona pueden llegar en camionetas, pero esta vez el camino está dañado y no solo la docente mencionada tuvo que viajar a lomo de mula para llegar al establecimiento, también otros maestros y pobladores, quienes deben bajar en busca de alimentos o para atención médica, siendo imposible desde hace meses.

Hasta el año pasado el camino se lo hacía en camionetas 4x4. Finalmente, los docentes contaron a este medio que no tienen miedo que el COVID-19 llegue a ese lugar, “pero sí que la gente se olvide de que existen pueblos tan alejados y sin caminos, que es lo esencial para comunicarse”, deslizaron.ancasti

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