Aves canoras: privadas de su libertad por cantar bonito

Las aves tienen una gran variedad de voces conocidas como trinos o cantos que utilizan para advertir peligros a otras, llamar a sus pares, o bien para atraer a una pareja y lograr el apareamiento. “Esto último es sumamente importante en la naturaleza, pues garantiza que las distintas especies de aves se reproduzcan y se perpetuen en el tiempo.

Cada especie de ave es imprescindible en los ecosistemas que habitan, ya que cumplen con funciones ecológicas muy importantes, como la dispersión de semillas de árboles o el control biológico de insectos”, explicó el biólogo Gonzalo Martínez.

Las aves tienen como medio de locomoción principal el vuelo debido a que sus extremidades anteriores se adaptaron para tal fin, aquellas que conocemos como alas. Pueden volar grandes distancias por día en busca de alimento o de un lugar donde hacer sus nidos. Todas las aves emiten sonidos o voces, y los utilizan para comunicarse entre ellas. Se denomina “aves canoras” a aquellas que los humanos consideran que tienen un canto agradable y que son codiciadas por muchos para el mascotismo.

“Enjaular aves es un acto de crueldad animal, pese a lo que muchos piensan. La privación de la libertad es un acto que todos repudiamos”, dijo el biólogo y lamentó que ésta actividad de apropiación de la libertad de las aves esté naturalizada.

“De hecho, muchos creen erróneamente que cantan porque están contentas en sus jaulas, pero eso no es así. Las aves cantan para comunicarse con otros individuos de su especie y emiten sonidos para hacer llamados. Instintivamente ellas necesitan buscar pareja, formar sus nidos y reproducirse, algo que los seres humanos les privamos al tenerlas enjauladas. Además, existe otro daño individual que se les hace al mantenerla en jaulas y es el no permitirles volar, atrofiando así los músculos de sus alas. Esto, sin contar el sometimiento a los ruidos humanos a los que ellas son muy sensibles, como la música, ruido de máquinas o motores”, explicó.

No obstante, resaltó que además de este daño individual, “colaboramos en el daño ecológico o ambiental extrayendo aves de la naturaleza, reduciendo así sus poblaciones casi hasta el nivel de la extinción. Eso provoca un desequilibrio ambiental muy grande en los diferentes ecosistemas. Al reducir las poblaciones de estas aves quitamos dispersores naturales de semillas, quitamos controladores de insectos, etc”, dijo.

Perseguidas

Las especies más perseguidas para este tráfico, al menos en Catamarca, son la reinamora (Cyanoloxia brissonii), el rey del bosque (Pheucticus aureoventris) y el cardenal copete rojo (Paroaria coronata). De esta última se ha visto una gran reducción de su población en la provincia.

Martínez explica que la tenencia de estas aves no es legal. “Sin embargo, las penas son tan bajas, tanto para el que las compra como para el que las extrae de la naturaleza y las vende (traficante), que ni se preocupan por ello. Además, no se le da la importancia que merece esta situación, por lo que los controles que se hacen son muy escasos y cuando se hacen se las secuestra junto a las jaulas y nada más, la misma persona que las trampeó va a la naturaleza y lo vuelve a hacer”, señaló.

“La educación es clave para que estas prácticas dejen de suceder, los castigos a la crueldad animal también deberían ser mayores. La gente que compra aves para tenerlas en sus casas enjauladas no sabe el daño que están cometiendo, tanto ecológico como individual. Una forma de tener aves siempre en nuestras casas y que nos canten a diario es plantando plantas nativas. De esta manera, las aves estarán en libertad y nosotros podremos disfrutar de sus cantos”, concluyó.

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