Cuando tener una bicicleta o un perro implicaba pagar impuestos en Andalgalá


¿Sabías que en Andalgalá, allá por el año 1926, se cobraban impuestos por tener una bicicleta o un perro? Aunque hoy pueda parecer extraño, esta práctica era completamente legal y formaba parte de las disposiciones municipales de la época.

La Comisión Municipal que en aquellos años se encargaba de la administración del pueblo implementaba una serie de contribuciones que alcanzaban incluso a objetos de uso personal y doméstico, como las bicicletas, que comenzaban a ganar popularidad como medio de transporte individual, y los perros, compañeros inseparables de muchas familias.

En esos tiempos, tener una bicicleta no solo representaba una novedad tecnológica y un símbolo de progreso, sino también una responsabilidad impositiva. Quien deseara circular por las calles con una debía inscribirla ante la autoridad correspondiente y abonar una tasa específica a cambio se le entregaba una patente. Lo mismo ocurría con los perros: el simple hecho de tener uno en casa exigía cumplir con un registro y pagar un tributo anual.

El espíritu de estas normativas respondía a un modelo de ordenamiento social donde la municipalidad buscaba generar recursos para atender necesidades locales. Además, el control sobre animales domésticos y vehículos particulares era una forma de garantizar la convivencia ciudadana, prevenir accidentes y mantener la higiene urbana.

Hoy, con la enorme cantidad de bicicletas que circulan por el departamento y la creciente población canina, es inevitable pensar cuánto hubiera recaudado el estado si esas medidas todavía hubieran seguido vigentes. Además Andalgala no era el único departamento que aplicaba esas patentes sino en otros municipios .

Aunque los tiempos han cambiado, este «curioso dato histórico» nos invita a reflexionar sobre cómo evolucionaron las políticas públicas y la relación entre el ciudadano y el Estado.catamarca-andalgalá

Publicar un comentario

0 Comentarios